El papel de los padres en la salud mental de los hijos

– Inteligencia emocional –

La epistemología sistémica sostiene que para comprender globalmente a las personas se ha de partir del estudio de la familia (Cebrio & Watzlawick, 1998).

La familia es un sistema dinámico en el que normalmente el comportamiento de uno de sus miembros puede ser comprendido en relación al comportamiento de los restantes, así como por las interacciones entre los diferentes subsistemas familiares.

En esta línea, las actitudes, los comportamientos y los estilos educativos parentales son relevantes para la comprensión de la aparición y el mantenimiento de algunos trastornos mentales como los trastornos psicóticos y el abuso de sustancias, entre otros (Martínez, Fernández, Puigdesens, Tejedor, & Orriols, 2012).

Asimismo, los padres con una buena capacidad de poner límites y afecto, favorecen la prevención de que surjan problemáticas con adolescentes o jóvenes (Vilaregut, 2003). En contraposición, los conflictos parentales, una mala calidad de la relación de pareja y del clima familiar puede dificultar el desarrollo de la socialización e incrementar sintomatología psicopatológica como los problemas de conducta y de regulación emocional (Camps, Castillo & Cifre, 2014).

 

La conyugalidad y la parentalidad

La atmósfera relacional en la familia de origen viene definida fundamentalmente por dos dimensiones. La primera dimensión es la conyugalidad, que se caracteriza por la manera en cómo interactúan entre sí las personas que ejercen las funciones parentales. La segunda dimensión es la parentalidad, la cual se caracteriza por cómo dichas personas desempeñan las funciones parentales, es decir, el amor complejo o nutrición relacional hacia sus hijos. Si la pareja se separa o divorcia, la conyugalidad no se extingue, se transforma en post conyugalidad y define la manera en que los ex cónyuges negocian los asuntos que siguen teniendo en común, sobre todo la gestión de los hijos.

La combinación de conyugalidad y parentalidad, genera situaciones que definen la nutrición relacional presente en la familia, que es el motor que rige la construcción de la personalidad de la descendencia. Asimismo, la parentalidad puede estar primariamente conservada o deteriorada, sin que ello intervenga de forma relevante el estado de la conyugalidad, pero también puede verse secundariamente afectada por influencia de ésta (Linares, 2012). En estos ejes dimensionales, Linares sitúa algunos de los trastornos psicopatológicos en función de su grado de funcionalidad o disfuncionalidad. Véase en el cuadro:

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En conclusión

Las relaciones familiares son tanto factores de protección
y resiliencia, como fuente posible de conflicto y trastorno. En esta línea, las relaciones familiares son incorporadas por los modelos funcionales de salud mental, como elemento predisponen, precipitados, protector y asociado a los resultados finales de las intervenciones, de modo que dichas relaciones familiares, parentalidad y conyugalidad deben considerarse en la prevención, evaluación y tratamiento de la salud mental (Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, 2011; OMS 2010).

Si el conjunto de factores descritos te resultan familiares a nivel individual o en una persona conocida, no dudes en hacer un primer paso y contactarnos.

Paula Sánchez – Psicóloga colaboradora de Psicotet

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